jueves, 28 de enero de 2010

Mi padre



Mi padre era un tipo excepcional. Por muchos motivos.
Yo he ido aprendiendo esta lección poquito a poco a través de los años (menos de los que hubiera querido), y hoy ha venido mucha gente a recordármelo, para que no se me olvide. 
Mucha gente. 
Para que no se me olvide.
Él me enseñó a elegir la risa, a esperar manos abiertas, a fabricar síes.
Me regaló un mundo en el que a veces de las penas brotan alegrías.
Me regaló comprensión cuando ni siquiera yo me comprendía.
Me regaló la pasión por querer ver la parte más bonita de la vida.
Por eso, aunque hoy estoy triste, no me sale muy bien: a la vez estoy un poco alegre.
Porque no sé si habrá sido el mejor padre del mundo, pero sé que ninguno podríamos haber soñado uno mejor.
Porque te quiero. Y lo sabes. Y me gusta. Y lo sabes.
Y te quiero.

miércoles, 20 de enero de 2010

Ya basta por hoy


Con estas palabras doy por finalizada mi jornada cerebral. Cierro la ventana a mis preocupaciones. Dejo abierta una ranura para que entre aire fresco y echo a volar.

Mozart me ayuda.

Esta vez las lágrimas salen solas, no hace falta disimular, nadie me ve, nadie me mira, me dejo llevar.

No estoy triste, no estoy alegre. Me atrevería a afirmar que ni siquiera estoy.

Vuelo por entre las sombras, me instalo en mis pensamientos, se desvanece el mundo, me vuelvo nube y echo a llorar en un cielo azul, transparente de emociones, eterno y leve.

La música me habla de mundos perdidos, de viajes lejanos, de abismos, de futuro, de paz… me envuelve, me hipnotiza, me deshago, vuelo alto, dejo de pensar.

Pasan horas, días, semanas. Un instante más cerca de hoy que de ayer me llama y me dice “ven, sígueme…”

Y encuentro abismos de ternura, que no sé lo que son, pero saben a gloria entre tanta tempestad.

Y encuentro amaneceres de días que no serán, anocheceres que no tendrían que haber sido, mañanas que no llegarán, ilusiones que se van.

Y encuentro días perdidos en un rincón, tardes de ilusión, veranos al sol…

Y encuentro llaves que abren todos los corazones menos el tuyo, puertas que cierran todos los hogares menos el mío, lámparas que iluminan la tempestad.

Y me veo por dentro, y me da miedo, y no quiero mirar.

Y confundo el amor y el deseo. Y te quiero.

Y puede que no sepa lo que quiero, pero sé lo que no quiero.

Y no quiero dejarme de ilusionar.


lunes, 18 de enero de 2010

Hoy toca escribir


Ayer tocaba crecer, estudiar, trabajar, tener novio…

Luego tocaba casarse, tener hijos…

Más tarde tocaba estar toda la vida juntos viendo crecer a los retoños, alimentarlos, protegerlos, cuidarlos, enseñarles en cada momento lo que toca… toda la vida…

Por último toca sentarse a terminar de ver pasar la vida, pensar: “qué bien he vivido”, y desaparecer. Si es posible con una sonrisa en los labios.

Va por todos los valientes que se atreven a pasar por encima del estúpido sentimiento de culpa que esta endiablada sociedad nos hace sentir cuando nos salimos del camino marcado.

Va por todas las personas que buscan la felicidad, la atisban a lo lejos, tiran con mucho cuidado del frágil hilo que les conduce a ella, sin romperlo, y la encuentran intacta esperando a ser disfrutada.

Va por todas las personas que serán felices porque otros antes han decidido que merece la pena ser felices.

Va por todas las personas que sufrirán esperando a ver de qué lado se inclina la balanza, cruzando los dedos y descubriendo que nada es blanco, nada es negro…

Va por todas las lágrimas que derramaremos en el camino, porque con ellas bruñiremos el escudo mágico que nos protegerá frente al dolor que nos espera.

Va por ti. Va por mí.

Hoy toca brindar por los valientes.