Un paso cada vez, ese es el secreto…
Tan sencillo como levantar el pie, adelantarlo unos centímetros y dejarlo caer un poco más allá, sólo un poco. Al principio parece que no me he movido, pero enseguida mi cuerpo se desplaza para encontrar de nuevo el equilibrio, y cuando me quiero dar cuenta he avanzado un poco, y estoy algo más cerca de mi objetivo.
Localizo de nuevo mi centro y lo único que quiero es abandonarlo, desequilibrarme de nuevo para lanzar el siguiente paso.
Miro mi pie y pienso… ¿dónde va a caer esta vez?
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