viernes, 25 de noviembre de 2011

Vuestras vidas




Cierro los ojos, me dejo adormecer por el sol y me meto en vuestras vidas. En vuestras palabras insulsas que suenan forzadas por la incomodidad de la piel desnuda, en las conversaciones francas de los niños que no piensan, sólo actúan, en la preocupación de las madres que confundieron su papel en la vida y ya no saben vivir si no es con un peligro cerniéndose sobre ellas.

No os dais cuenta de que no estáis solos, de que el ruido del mar tan sólo oculta vuestros pensamientos, no vuestras palabras, de que en vuestra desnudez sois transparentes y predecibles.

Tratando de ser vacuos me mostráis vuestros miedos y yo leo en ellos como en el libro que guardo para una ocasión mejor, para cuando la vida no me ofrezca historias que descubrir y necesite sumergirme en las que otros idearon para hacerla más sincera.

Y os escucho. Escucho historias que no me pertenecen y que me abren la puerta a mundos en los que no viviré, a familias sin rostro que no existen más que el breve instante en que vuestras voces pasan por encima de mí para perderse en el murmullo de otras voces.

Y os olvido.

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