jueves, 17 de noviembre de 2011

Te veo



Te veo y me detengo: no te he oído llegar. 

Acurrucado en un rincón de nuestro hogar sin esquinas, te veo, pequeño Buda solitario, mágico dios sin deidad. Te contemplo y no me oyes. Mejor: no debes mirar.

Has venido a refugiarte, a recordar, a llorar. Te protege tu silencio. Una coraza hecha de promesas, de sufrimiento, de tranquilidad. 

Has venido a alejar las sombras, a dejarte llevar, a respirar con los ojos cerrados, a trasnochar, a madrugar. 

A soñar sueños que fueron, que pudieron ser, que se van... A maldecir y a maldecirme, por ser, por haber sido, por respirar...

Déjame contemplarte, desde lejos, sin moverme, sólo mirarte, aprenderte, nada más. Déjame que te bese en silencio, desde donde sólo llegan los besos que no te he de dar. No mires, no me debes mirar. No levantes los ojos, porque me verás llorar. 



No hay comentarios: