lunes, 23 de febrero de 2009
¿Qué hacer…?
Cuando sólo te apetece llorar, aunque no estés necesariamente triste.
Si lo que quieres es gritarle al mundo que te aburres, que estás cansada.
Cuando la solución parece ser esconderte debajo de las sábanas y olvidarte de pensar.
Y dejar que pase el tiempo. Las horas. Los días.
Sólo unas horas.
Sólo dos días…
Desear llenarte de energía y de nuevo gritarle al sol que te espere, que ya vas. Volver a tener ganas de que tu sonrisa compita con su luz. Cerrar los ojos un instante y decir: “ya está, ya pasó…”
Soltar dos lagrimones. Sentir esa fuerza que renace de las cenizas de un corazón abatido.
Intuir la salida.
Respirar hondo, abrir los ojos, mirar al frente…
… ¡y sonreir!
miércoles, 18 de febrero de 2009
No quiero
No quiero pensarte,
me dueles demasiado.
No quiero esperarte,
no quiero escribirte.
No quiero intentar
que me eches de tu lado.
Mis palabras son mudas,
con ellas te hablo,
y me refugio en sonrisas
para ocultar el llanto.
Pero acabo cediendo
y te pienso, y no quiero,
y me permito dos lágrimas
que se secan tan rápido…
Y sonrío y te pienso,
y me dueles por dentro,
y me acabo olvidando
de que no quiero, no quiero…
jueves, 12 de febrero de 2009
Cuidado con los sueños
Tenemos un sueño y luchamos por él, pero a veces en nuestra imaginación sólo vemos aquella parte que nos es más agradable, magnificamos nuestro objetivo y no somos capaces de ver las consecuencias que puede tener el simple hecho de obtenerlo.
A veces en el fragor de la batalla idealizamos nuestra meta, y cuando por fin la conseguimos y nos instalamos en su realidad, ésta se nos manifiesta con toda su crudeza: las cosas no son como esperábamos.
Y el sueño se hace doblemente amargo: lloramos cuando lo deseamos y lloramos cuando nos damos cuenta de que lo soñábamos diferente.
Y nos perdemos dos veces la vida: primero por no tenerlo y y luego por no saber salir de él.
Hay que tener cuidado con los sueños…
...porque a veces se cumplen.
martes, 3 de febrero de 2009
El juego
Por una vez, decidió no pensar…
Decidió que ya estaba bien, que la cabeza le iba a estallar y que se merecía un descanso.
Que quería sentirse libre aunque fuese una hora, y se propuso que todo le diese igual por un rato.
Se lo planteó como un juego: a ver cuánto tiempo era capaz de aguantar.
Y mientras lo pensaba, pensó que estaba pensando…
Eliminada…