martes, 1 de junio de 2010

Diario de una marciana (2ª parte)


Viene de Diario de una marciana

Sigo con mi misión intergaláctica, pero no debo bajar la guardia: últimamente me han preguntado varias veces si soy de este planeta. Si no tengo cuidado me van a acabar descubriendo...

Hoy voy a hablar de los celos.

He de aclarar primero que los terrícolas vienen con un solo corazón. El corazón humano, para no estar solo, siempre está buscando otro corazón al que unirse, y cuando lo encuentra se firma un contrato que hace que dos personas sean poseedoras la una del corazón del otro.

Pero la tendencia natural del corazón sigue siendo buscar más corazones, y generalmente esa búsqueda se produce de forma que el propietario del mismo no pueda hacer nada por impedirlo. Algunos consiguen ahogar esta tendencia, y mediante ataduras muy fuertes de la libertad, doblegan el instinto natural del corazón, lo atrofian, y así pertenece sólo a aquella persona con quien firmaron el primer contrato.

Otros no.

Algunas personas tienen un sentido de la propiedad muy acusado respecto a su corazón. Cuando esto ocurre, la persona que entrega su corazón piensa que se lo pueden robar en cualquier momento, y espía a la persona a la que se lo ha entregado. En este punto aparecen los celos, que corroen y emponzoñan la superficie del corazón de su poseedor haciéndolo incapaz de amar.

Las marcianas tenemos muchos corazones, por eso nunca nos sentimos solas, nuestra capacidad de amar es ilimitada y no nos afectan los celos. Pero los humanos se hacen muchos líos todavía con esto…

Continuará...

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