jueves, 16 de abril de 2009

El equilibrio



Soy responsable de mi alegría.


Y de mi tristeza.


Decido cuánto tiempo quiero pasar con cada una de ellas. Me tambaleo en la cuerda floja que las separa, pero me mantengo a flote e intento llenar mis pulmones con una bocanada de aire fresco cada vez que tengo ocasión.


A veces me siento como en una eterna lucha contra la apatía. De pronto decide instalarse y yo decido que no quiero. Coqueteo con ella, la miro de reojo, la abrazo, se escurre, la miro de frente, se escapa, jugamos, me gana…


Es traicionera, porque se viste de comodidad, te adormece, te dejas llevar, y cuando te quieres dar cuenta has cerrado los ojos y has saltado al vacío.


Pero en el último instante alargo una mano y encuentro un punto de apoyo. Y me rebelo, y decido que no me voy a dejar vencer tan fácilmente.


Y como es poco amiga de todo aquello que le cueste algún esfuerzo, decide que ya ha jugado bastante conmigo y se retira…


Por un tiempo.




No hay comentarios: