lunes, 11 de mayo de 2009

La hora más tonta del día


En la hora más tonta del día, en la más perezosa… me gusta pararme a soñarte.


Te invoco despacito y dejo que se me encoja el corazón un poco, sólo un poquito.


Te vas filtrando en mi mente y recorro cada recuerdo, cada momento juntos; saboreo tus gestos, tu risa, tu mirada… y es al llegar a tu mirada cuando se me encoge el corazón otro poquito; aguanto la respiración un instante y continúo.


Cuando se terminan los recuerdos, como no son muchos, me invento los míos.


Y te imagino a mi lado, disfrutando de todo lo que no hicimos, saboreando los platos que nunca pedimos, borrachos de un vino que nunca elegimos.


En la hora más tonta del día… me gusta inventarte un poquito.





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