miércoles, 29 de diciembre de 2010

Amigos



Cuando menos te lo esperas, la vida te hace un regalo en forma de amigo.

Y te regala personas que te hacen crecer, personas que te enseñan a distinguir lo importante de lo superfluo, personas que te muestran lo mejor de sí mismas porque es lo que mejor saben hacer...

Personas con las que reírte, llorar, hablar, callar, salir, entrar...

Personas que quieres tener cerca para seguir creyendo en las personas...

Luego pasa como con cualquier regalo: depende de ti lo que haces con ellos. Hay quien ni se da cuenta de que están ahí, hay quien los ve pero piensa que no son para él, otros los reciben con mucha ilusión y a los dos días se cansan de ellos, hay quien los atesora y se los guarda para él solo, quien los acaba rompiendo de tanto usarlos, y quien los comparte porque sólo así los puede disfrutar...

Y llega un momento en que te das cuenta de la cantidad de amigos que tienes y no sabes de qué depende, ni a quien dar las gracias por tener a tu alrededor personas con las que compartir la vida.

Dependía de ti, y lo hiciste tan bien que aún siguen ahí.

Feliz Año Nuevo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Miedo



De pronto me he visto rodeada de abismos que sólo podía sortear cruzando puentes imposibles.

Y yo, que jamás he temido a las alturas, me he visto desesperada de terror, y tirada en el suelo he llorado de angustia, de impotencia, de rabia… de miedo.

Y al despertar me había quitado un gran peso de encima.

Sí, tengo miedo,

¿Y qué?

viernes, 19 de noviembre de 2010

Espabila



Lánzate de lleno, despierta de una vez, echa a correr, respira.

No te quedes atrás, bebe hasta la última gota, siente el calor, el frio, camina.

Dale la vuelta al espejo y rómpelo en mil pedazos. Mira cómo cada uno de los pedazos te mira.

Brinda con la vida.

Espabila…

jueves, 11 de noviembre de 2010

No te recuerdo



No te esfuerces, me pasa siempre. No importa lo que hayamos vivido, para mí ni siquiera eres historia: simplemente, no te recuerdo.

Pasaste por mi vida, fuiste importante, meses, días, semanas, años… Pero ya no queda ni una sombra… nada… cero.

Seguramente me hiciste feliz, o no… no tengo forma de saberlo.

Fuimos, vinimos, paseamos, nos mojamos, nos reímos… un album de retales que se olvida antes de ser abierto.

Afortunadamente me conozco y hace mucho tiempo que no le juro a nadie amor eterno.

No te enfades, no es nada personal. Es sólo que no me acuerdo.

sábado, 30 de octubre de 2010

Ganas de llorar


Hoy me apetece estar triste. Pero no quiero.

Llevo todo el día luchando contra una inercia que me hace querer llorar, y me obligo a no pensar cuando ya es tarde, y me obligo a sonreír cuando ya no me sale.

Llevo todo el día saboreando un preludio de tristeza, anticipando momentos que antes o después han de llegar, y me rebelo porque no quiero, no quiero estar triste, no quiero llorar…

Llevo todo el día repitiéndome que soy fuerte, que nada me afecta, que ya he pasado por esto, que lo he superado, que estoy por encima del bien y del mal, que lo que tenga que ser será, que así es la vida y que a mí me da igual.

Y cuando menos lo espero se asoma de nuevo la pena, me vuelve del revés, me pilla desprevenida, me hace tener ganas de llorar. Lucho, me rebelo, me río sin ganas, me miro al espejo, me pongo guapa, leo en mis ojos… y me apetece llorar.

Y me tropiezo con dos lágrimas que ruedan solitarias por mi mejilla, y me repito que no son mías, que pertenecen a esa persona vulnerable que ya no soy yo, que salen por debajo del yo que me he construido a la medida.

Y me envuelvo en capas y capas de insensibilidad, como una cebolla que no quiere ver su realidad.

Y no quiero, pero tengo ganas de llorar…

miércoles, 27 de octubre de 2010

Orgullo intacto


La vi pasar pisando fuerte, con ese caminar propio de las personas decididas, así que murió en mi boca el saludo: no se molesta a las diosas cuando se dirigen al Olimpo.

Al recordarlo creo adivinar en su mirada un atisbo de tristeza, pero no puedo jurar que no fuese indiferencia, que yo atribuí en el momento a la poca importancia que para ella tenía el mundo que la rodeaba. Nada podía apartarla de su objetivo, y mucho menos el paisaje urbano por el que se movía a diario.

Me gustaría decir que adiviné su determinación, que leí sus pensamientos, que al menos atisbé algo diferente en su forma de caminar, de moverse, de mirar… pero no fue así. Para mí ella fue ese día, igual que todos los anteriores, la sombra inalcanzable que se esfuma en cuanto intentas tocarla.

Sólo puedo explicar lo que pasó si pienso que toda su vida fue una trampa, un engaño en el que todos nos vimos envueltos y con el que ella nos despreciaba a diario.

La mentira más grande jamás contada, el secreto mejor guardado. La historia de una soledad sepultada entre la multitud, un alma angustiada disfrazada de sonrisa para que nada la tocara.

Por eso nos sorprendió tanto saber que todo había terminado, que ya no volveríamos a verla repartiendo su elegancia entre los muchos que soñábamos con esa mirada cada día. Que mañana no nos levantaríamos con la esperanza de cruzárnosla en el camino, que la atención que le dedicaba a otro ya no nos heriría el alma nunca más, que la mirada que era exclusiva para nosotros no volvería a iluminarnos el día…

A veces pienso si no hubiese sido todo distinto de haberla abordado, de haberme cruzado en su trayecto. Pienso mil veces en una revelación, imagino conversaciones en las que, confiada, me descubre su soledad, su angustia. En las que me mira de verdad y lágrimas ruedan por sus mejillas.

Pero nada de eso pasó. Era demasiado perfecta para sufrir, así que, el sufrimiento la arrolló y pasó sin tocarla, sin hacerla daño.

Sin despedirse de nadie, nos dijo adiós con el orgullo intacto.

martes, 12 de octubre de 2010

Mi sueño


Sueño que sueño y me despierto a medias, y entonces sé que estoy en un sueño.

Y me aletargo para no dejarte ir, y la realidad me quiere asfixiar pero no me dejo. No me importa: es mi sueño y lo pienso disfrutar.

Y te abrazo fuerte, y sé que toca despertar, que no me queda mucho tiempo, pero no me importa.

Detengo el instante, me acurruco en tus brazos y me dejo llevar.

Te disfruto. No queda nada. No importa. Se está tan bien...

Déjame que te abrace, que es mi sueño y no sé cuándo te volveré a ver…

viernes, 1 de octubre de 2010

Vestida de sueños



Hoy me visto de sol, de viento, de agua.

Me visto de estrellas, de mar, de olas, de tiempo.

Voy vestida de cielo, de luna, de magia.

De recuerdos, besos, caricias, sonrisas… vestida de sueños.

Vestida de miradas, de días, de noches, de principio, de fin…

Vestida de deseo. Desnuda de ti.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Página en blanco


Una página en blanco me espera, y yo sigo aquí… perdiendo el tiempo para no deshacer la madeja de mis pensamientos.

Pensando en ti, decidiendo que no quiero pensar en ti, volviendo a pensar en ti y mandándome callar con un grito que se ahoga en el silencio que no escucha mi voz.

Acordándome de cuando yo no era nosotros, de cuando tú no eras ayer, de cuando el tiempo pasaba y sólo era tiempo que no iba a volver.

Y me obligo a mirar al futuro, y me decido a adentrarme en el terreno desconocido, en las arenas movedizas de un mañana que me espera frágil, transparente, que me desea y me hace suya.

Pero vienen los fantasmas a poblar mis heridas, y se instalan en este camino que llamamos vida para recorrer juntos los recodos del pasado, los rincones olvidados que amanecen en un mañana sin lucha, en un siempre sin amanecer.

No hay batallas que ganar, no hay recuerdos que perder. Tan sólo hay una vida nueva que se alimenta del ayer.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Es tan fácil...



Déjame contarte que se puede ser feliz, que no es tan difícil… basta con no desearlo demasiado.
Es tan simple como asumir que estamos aquí con ese fin y no con otro, y dar por hecho que así ha de ser.
Déjame contarte que la felicidad no consiste en estar dando saltos de alegría cada uno de los días de la semana. Que consiste en sentirse parte del universo y dejarse arrastrar por la vida.
Déjame explicarte que encontramos la felicidad en cada esquina siempre que miremos con ojos que preguntan y no con ojos que juzgan.
Que los ojos que interrogan hacen que nuestra expresión sea más amable, más ingenua. Que los demás nos tratan con más cariño porque sienten que tienen respuesta para algunas de nuestras preguntas.
Que nos dan las respuestas y con ellas la oportunidad de decir una palabra que te envuelve: Gracias.
Déjame contarte lo bien que te sientes después de dar las gracias. Lo sabio que te hace esa simple palabra. Cómo te ayuda a crecer y a leer en los ojos que tienes delante.
Cómo revives por dentro y sonríes por fuera. Cómo cambia la mirada del que te mira porque te mira y te ve, y se mira y se ve.
Déjame contarte que es tan fácil…

jueves, 16 de septiembre de 2010

Diario de una marciana (3ª parte)



Intentando llevar a cabo mi misión lo mejor posible, trato de ponerme en el lugar de los humanos, de sentir como ellos, de pensar como ellos… pero he de reconocer que no lo consigo, o al menos no siempre.

Al principio no parece tan complicado, me meto en su espiral de sentimientos y trato de mantenerme a flote, de establecer un equilibrio, pero esto es algo que no acabo de conseguir, pues una vez que me instalo en él, algo me hace desequilibrarme. Es como si los humanos buscasen siempre el equilibrio en las posiciones más descabelladas, y yo, al tratar de imitarles, como en la foto, acabo invariablemente en el suelo.

Algo tan simple como vivir, en el ser humano llega a ser una verdadera lucha en contra de la vida misma. Lo que debería ser un dejarse fluir, nadar en la corriente de la vida disfrutando del camino, para el ser humano se acaba convirtiendo en un viaje lleno de golpes, choques, arañazos y rasguños emocionales de los que no consiguen salir indemnes.

De hecho, la mayoría de las veces, ni siquiera tratan de curar las cicatrices para que desaparezcan, sino que hurgan en la herida una y otra vez para que no llegue nunca a cerrarse y les recuerde a cada momento el instante en el que se la hicieron, recreando el dolor cada vez que la rozan, o simplemente la miran.

Es como si se hubiesen propuesto ser infelices, y a cada momento, en especial en aquellos en que yo más veo que la vida les sonríe, se entretienen en enumerar una y otra vez todas las cosas que les hacen ser infelices, pero no con el fin de solucionarlas, sino más bien como el que colecciona cromos: para ver cuáles te faltan y sentirse muy orgulloso de tenerlos casi todos.

Esta creo que es una de las muchas cosas que jamás llegaré a comprender de los humanos. De verdad que me esfuerzo, pero es como si hubiese un choque frontal entre mi naturaleza y la suya. Y sé que esto no beneficia en nada a mi misión, pues esa brecha que se abre y que cada vez es más grande, me puede hacer distinguirme de una manera que no me hace pasar precisamente desapercibida, pero de verdad que no lo consigo…

Afortunadamente, casi siempre los humanos están muy ocupados contando y recontando sus heridas, y no me prestan demasiada atención, así que de momento creo que no corro peligro de ser descubierta.

Continuará…

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ya está



Un cuerpo sin vida separando dos generaciones. El silencio, un sollozo, un ruego, la esperanza, la negación, una voz…
Mi mente, inoportunamente racional, trata de analizar la diferencia, de hallar un cambio, una señal… Nada. Sólo la certeza, apenas comprendida, de un proceso que ha llegado a su final. Y nada más. Ya está. “Ya está, chicos, ya está…"
No saltan chispas, no se hace la luz, no sientes un soplo gélido al elevarse el alma… nada. Sólo eso: nada.
Y el dolor.
¿Ya está?
“Ya está, chicos, ya está…”
La tristeza se viste de muchos colores: un sollozo descontrolado, una actividad desenfrenada, una compuerta desbordada, una aparente serenidad… Cuatro islas a la deriva tratando de evitarse unas a otras mientras se verifica en ellas el proceso de la comprensión, de la certeza, la tristeza, la soledad…
Y el dolor.
Ya está.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Tus colores



Hoy he vuelto a verte y ha sido como si no hiciese una vida, como si no hubiese un abismo entre el ayer de las risas y el hoy de… y el hoy… de hoy.
Ni una palabra, ni un solo gesto nos ha delatado, la educación ha echado tierra sobre un siglo de vida y hemos hablado de todo, de nada, como siempre…
Pero miro hacia atrás y me pregunto ¿dónde están tus colores? ¿Dónde está la chica del vestido blanco con zapatos rojos? ¿Por qué me parece tan natural tu traje oscuro? ¿Qué fue de aquel sombrero?
Y pienso que la vida no sólo nos envejece: también nos hace más cautos, aprendemos a caminar y a guardar secretos, a temblar debajo de una manta para que no se note que tenemos miedo. Aprendemos a desconfiar en defensa propia, a salvarnos de la indiscreción, a cautivar sin dejarnos atrapar, a preferir la soledad de nuestro interior, la que no engaña.
Aprendemos a hablar de todo y de nada, a abrir un abismo entre las risas de hoy y la ilusión de mañana.
Entre los miedos de ayer y el mañana que falta.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Olvidarte



Olvidarte es lo peor que me podría pasar…
Sería una pena, porque realmente me caías bien. Eras divertido, alegre, simpático… la compañía perfecta casi en cualquier momento.
Casi.
Porque ahora no estás, y éste es un buen momento.
Y me estoy olvidando de ti.

sábado, 28 de agosto de 2010

Elijo la incertidumbre



Elijo dar cada paso sin mirar a los dos lados antes de cruzar. Me quedo con la ruleta, marco mis cartas y las echo al mar.
Apunto al cielo, disparo la flecha y me siento a esperar. Y si vuelve el boomerang lo vuelvo a lanzar.
Me muero de miedo, tiemblo en silencio, cierro los ojos, finjo que no tiemblo, olvido que temo, olvido lo que veo y vuelvo a mirar.
Elijo no saber qué va a pasar, abro la mano, me uno a los ciento volando y elijo la libertad.

El espejo



Me miro en el espejo y sé lo que quiero ver, así que me disfrazo de mí misma para ver exactamente aquello que deseo, para ni por un instante dar otra imagen que la que espero.
Me retoco el maquillaje de autoestima, unos toques de fortaleza y ya estoy lista… otro día más preparada para dar la cara.
Si mirase con más detalle me vería de verdad, pero ¿a quién le interesa? Ni siquiera yo quiero ver mis flaquezas, así que echo una última mirada y salgo a ofrecer al mundo lo que no soy.
Y todos tan contentos.

lunes, 16 de agosto de 2010

Marketing empresarial


Ésta es mi particular visión del artículo El marketing como estrategia, de Antonio Alcocer.

A ver si lo he entendido…
La finalidad de una empresa es hacer feliz a un montón de gente. Ese montón de gente incluye a mis clientes y me incluye a mí. Si me rodeo de un montón de gente feliz, yo también seré feliz, así que en definitiva la cuestión se reduce básicamente a los clientes.
Es decir, si yo tengo una empresa, ofreceré mi producto pensando en los gustos de toda esa gente, e intentaré demostrarles que si se convierten en mis clientes, serán más felices. Para ello emplearé las estrategias de marketing.
Primero debo analizar bien mi entorno para ver qué personas son aptas para ser clientes míos, es decir, a qué tipo de personas puedo hacer felices con alguno de los productos que ofrezco en mi empresa.
Una vez definidos los posibles clientes, debo asociarlos a los productos correspondientes, es decir, debo clasificarlos en función de sus expectativas para tratar de asignarles aquel o aquellos de mis productos que les satisfarán más plenamente. A continuación he de buscar la forma de hacerles ver que tengo algo que ofrecerles, y que les va a gustar. Creo que esto siguen siendo estrategias de marketing.
Por otro lado está la competencia. Actualmente hay mucha gente haciendo muchas cosas, así que tengo dos opciones: hacer lo mismo que los demás pero mejor, o hacer algo que no haga nadie. Lo ideal sería cumplir ambos objetivos. Con imaginación y ganas de hacer las cosas bien me veo capaz de conseguirlo.
En definitiva creo que se trata de mimar a mi cliente: antes de que lo sea para que se decida por mi empresa y no por otra, cuando está a punto de serlo para ayudarle a dar el paso definitivo, y, por supuesto, cuando ya lo es para que se quede conmigo.
Además, tengo que comunicarme con él. Definitivamente esto son las estrategias de marketing (creo…). Me explico:
Cuando aún no me conoce, he de darme a conocer, pero he de hacerlo de la forma que a él más le llegue, no siempre sirve plantarme delante de sus narices y decirle: “¡eh!, ¿No me ves? ¡Tengo este producto que te va a encantar!”. Deberé analizar sus costumbres, su entorno, sus gustos… e introducirme de forma sutil en ellos para que se fije en mí y le llegue mi mensaje.
Una vez que me ha conocido viene el momento más delicado: ¿Por qué yo y no otro? Para esto debo conocer sus gustos y sus preferencias y lanzar mi mensaje de forma que no le quede la más mínima duda de que soy la solución perfecta: conmigo su vida será más feliz, más divertida, más fácil… si llego a convencerle de que esto es cierto (que lo es, véase el punto de la competencia), habré ganado un cliente y tendré a mi lado una persona más que es feliz gracias a lo que yo hago. Es el momento del equilibrio perfecto: me rodeo de gente feliz y me transmiten su felicidad. Debo conseguir mantener esta situación durante todo el tiempo que sea posible.
Así que eso no es todo, pues ahora me toca mimarle aún más para que siga conmigo. En este punto la relación es una especie de simbiosis, pues mientras yo le siga ofreciendo productos que hagan su vida más placentera, él seguirá cerca de mí, así que no puedo apalancarme y decir: “¡Hale! ¡Éste ya está en el bote! ¡A por otro!”, sino que debo seguir anticipándome a sus necesidades, ahora que ya le conozco debo preguntarle si está contento conmigo, qué le gusta y qué no tanto, y hacer cada día todo lo posible para que vea cumplidos y superados sus sueños respecto a mi empresa, incluso antes de que él mismo sepa que los tiene.
Así mis clientes serán más felices. Todo el tiempo.
Y así yo seré más feliz. Todo el tiempo.
¿Lo he entendido?

Mi último día


Si supiera que éste iba a ser mi último día, tengo claro lo que haría: me iría de fiesta…

Trataría de ver a mis amigos, tendría un montón de palabras amables para todo el mundo, bromearía con éste, tomaría churros con aquel, daría un beso a mis nietos, le demostraría a mi hija que la quiero…

Si supiera que éste iba a ser mi último día me gustaría poder estar alegre hasta el final, e intentaría que no se me notara, que luego la gente se pone muy trágica con la cosa de las despedidas…

Procuraría que todo el mundo se diera cuenta de que soy feliz, de que he tenido una vida intensa en la que no he desaprovechado ni uno solo de mis días, de que en cada momento he sido y he hecho a la gente ser feliz.

Me vestiría con cuidado, ¿hoy qué me pongo? Tengo que estar guapa… Intentaría hacer lo de cada día, sólo que un poco más contenta…

Pensándolo bien, yo también me quiero morir mientras me voy a la feria…

martes, 20 de julio de 2010

Juego a ser mayor




Juego a ser mayor y no me sale. Me mezclo entre la gente y no me encuentro. Y te encuentro. Y te hablo con los ojos y lo entiendes. Pero no me entiendes. Y todo es luna, y cielo, y magia, y libertad. Y me besas. Y me gusta que me quieras. Y no pienso. Y te beso.
Y de pronto la magia desaparece, nos volvemos de sal por mirar atrás, y nos quedamos en la superficie de un mundo de plástico que acariciamos para no romper, por si acaso en su interior se encuentra la felicidad.
Y me aferro a un “no lo sé” que no es un “no”, y elijo un mundo que no me ha elegido, y no quiero mirar al futuro por si no me gusta, y cierro los ojos y eres la princesa de mis sueños, y me inspiras, y me dueles, y ya no me río, y sonrío para que no se me note…
Encantado :(
Un beso
(¿dos besos?)
Y no pienso.


miércoles, 23 de junio de 2010

No me preguntes ¿Qué tal?



Mírame a los ojos, lee mis gestos, mis sonrisas, mis pasos.
No me escuches, no me creas, tan sólo mírame a los ojos y observa.
Descifra mis palabras, lee entre líneas, aprende a conocerme sin obligarme a que te engañe.
Aprende a saber cuándo camino hacia delante y cuándo hago equilibrios para mantenerme en pie.
No me preguntes "¿Qué tal?"...
…porque, con una sonrisa, te voy a contestar “Muy bien”.

viernes, 18 de junio de 2010

Flores para decir adiós



Hoy me han dicho muchas cosas. Cosas que ya sé. Cosas que llevan años diciéndome con sus gestos, sus miradas, sus risas…
Hoy el mensaje venía en forma de ramo de flores, una foto, 3 frases y muchas, muchas firmas, para decir todas esas cosas que hace tiempo que sé, pero que nunca está de más volver a escuchar…
Y a mí no me han salido las palabras. 
Mi mensaje venía en forma de lágrimas, porque cuando las palabras no salen, mis ojos toman la iniciativa y actúan por su cuenta.
Me he quedado muda y no he podido decir que os quiero, que me habéis hecho crecer, que junto a vosotros he explorado mis límites, los he descubierto y he ido más allá.
Que gracias a vosotros hoy soy más libre,  más fuerte, mejor.

Que me habéis enseñado que para tocar el cielo basta con decir “quiero”.
Que siempre seréis “Mi Orquesta”.
Que os llevo en el corazón.
GRACIAS.

martes, 1 de junio de 2010

Diario de una marciana (2ª parte)


Viene de Diario de una marciana

Sigo con mi misión intergaláctica, pero no debo bajar la guardia: últimamente me han preguntado varias veces si soy de este planeta. Si no tengo cuidado me van a acabar descubriendo...

Hoy voy a hablar de los celos.

He de aclarar primero que los terrícolas vienen con un solo corazón. El corazón humano, para no estar solo, siempre está buscando otro corazón al que unirse, y cuando lo encuentra se firma un contrato que hace que dos personas sean poseedoras la una del corazón del otro.

Pero la tendencia natural del corazón sigue siendo buscar más corazones, y generalmente esa búsqueda se produce de forma que el propietario del mismo no pueda hacer nada por impedirlo. Algunos consiguen ahogar esta tendencia, y mediante ataduras muy fuertes de la libertad, doblegan el instinto natural del corazón, lo atrofian, y así pertenece sólo a aquella persona con quien firmaron el primer contrato.

Otros no.

Algunas personas tienen un sentido de la propiedad muy acusado respecto a su corazón. Cuando esto ocurre, la persona que entrega su corazón piensa que se lo pueden robar en cualquier momento, y espía a la persona a la que se lo ha entregado. En este punto aparecen los celos, que corroen y emponzoñan la superficie del corazón de su poseedor haciéndolo incapaz de amar.

Las marcianas tenemos muchos corazones, por eso nunca nos sentimos solas, nuestra capacidad de amar es ilimitada y no nos afectan los celos. Pero los humanos se hacen muchos líos todavía con esto…

Continuará...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Compartir




Todos sabemos, o creemos saber el significado de esta palabra. Parece fácil, ¿no? Compartir… Se pueden compartir cosas, experiencias, afectos, momentos, palabras, recuerdos… 
Pero hoy he descubierto un significado más amplio de la palabra compartir. Es una especie de “compartir a ciegas”, me explico… Un buen día se te ocurre hacer algo diferente, piensas “Si no lo hago me lo pierdo, así que, ¿por qué no?” y de pronto te ves rodeada de un montón de personas que no tienen nada que ver contigo. Gente con la que te cruzas cada día por la calle y a la que no dedicas una segunda mirada, gente anónima que se mueve en círculos diferentes al tuyo. Ni mejores ni peores. Diferentes.
Pero algo sí tienen  que ver contigo, piensas de pronto, pues ahí estáis: participando en una actividad colectiva, uniendo esfuerzos para sacar un proyecto adelante, todos y cada uno… con motivaciones y propósitos diferentes, pero en definitiva COMPARTIENDO una ilusión.
Y va pasando la tarde y te das cuenta de que seguramente no serán tus amigos, a muchos no les vas a volver en la vida, pero en un momento puntual, vuestras emociones han sido las mismas, la euforia, la alegría, la ilusión… con edades, historias y creencias diferentes, pero en definitiva COMPARTIENDO una sensación.
Y pasan los días y descubres tus mismos sentimientos reflejados en sus caras, en sus palabras, en sus actos. Descubres que, con todo lo diferentes que sois, habéis encontrado un punto de unión, y de pronto te ves sintiendo el mismo orgullo, la misma sensación de irrealidad… con palabras, frases y ortografía diferentes, pero en definitiva COMPARTIENDO una emoción.
Y sigue pasando el tiempo y te das cuenta de que sigues sin conocer a esa gente de nada, no te importa lo que piensan, a quién votan, lo que leen, lo que escuchan… y es que en realidad no importa. Lo verdaderamente importante es que sin preguntar ni ser preguntados, fuimos capaces de COMPARTIR.
Y piensas que ojalá el mundo funcionara siempre así. Ojalá todos fuéramos capaces de encontrar puntos que nos unen a las personas, por diferentes que seamos. Ojalá fuésemos capaces de encontrar una meta, un objetivo común, reconocerlo, hacerlo nuestro, avanzar, alcanzarlo y seguir. Ojalá…
Ojalá fuésemos más capaces de COMPARTIR…

martes, 30 de marzo de 2010

Diario del dolor

.
Día 3m+3

Todavía duele.
.

sábado, 27 de marzo de 2010

Soñé que me querías


... no me lo esperaba y fue genial.
.
.
.

Renacer


Nos dicen que hay que tener los pies en la tierra y yo no la encuentro, porque cada vez que me asiento con fuerza sobre esto que llamamos suelo, descubro que se mueve, se tambalea, me desequilibra y me hace saltar para no caer.

No encuentro la estabilidad y me doy cuenta de que prefiero este constante cambio de peso con el que me acomodo a cada nueva situación antes que la tan ansiada seguridad del terreno firme, que ni me cobija ni me hace sentir.

Prefiero temblar mis miedos antes que soportar la rigidez de la estatua de sal que se paró a mirar atrás.
Prefiero caminar, vagar sin rumbo, embarcarme en un cascarón y navegar, sentir las olas, acomodarme a ellas, caerme, levantarme y volver a luchar.

Y partir. Decir adiós a una seguridad que no veo y adentrarme en la oscuridad. Saber que el adiós me hará libre, que la despedida se transformará en otra oportunidad que, una vez más, no dejaré pasar. Saber que me iré, que no desaparezco, que me transformo, me alimento de mis cenizas y vuelvo a renacer. Que resucito en esta vida, que seré la misma para los que me sepan ver.

La cabeza alta, la mirada al frente, disparar un hasta siempre y renacer.

viernes, 12 de marzo de 2010

Aprender a llorar



Un día aprendí a llorar.
Aprendí a soltar el alma, a enjuagarme la angustia, a rodearme de gente que no me mira y romper a llorar.
En silencio, a la vista de todos, con una sonrisa, con un nudo en la vida. Llorar.
Aprendí a estar sola, a cobijarme bajo la lluvia, a resguardarme en el huracán, a echar el pelo hacia atrás, desafiar al mundo y llorar.
Mientras te miro, mientras no escuchas, desgarrando la risa. Llorar.
Aprendí a mentir para estar triste, a disfrazarme de sonrisa, a buscarme en tus ojos y llorar.
Con lágrimas invisibles, con dolor transparente, sin darle importancia. Llorar.
Un día me olvidé de gritar.

jueves, 11 de marzo de 2010

Dejar de ser yo



Quiero soñar, pero ya no me basta soñar despierta. Necesito dormirme profundamente, dejar de ser yo para ser un subconsciente que no entiendo y que no consigo ni quiero controlar. Sólo así me siento libre.
Y después jugar a reconocerme en esos sueños, analizarme, marearme y emborracharme de dudas, sorpresas y temores para acabar decidiendo que los sueños sueños son, que así debe ser…
Y llenar la maleta con retazos que me hacen sonreir, retales de vidas que no llegarán, que porque no serán me hacen feliz.
Y cubrirme de situaciones no vividas que me ayudan a engañarme, de ilusiones soñadas con las que me alimento para sonreir, de sueños con los que fingir, caminar, vivir, escribir…
Dejar de ser yo para sobrevivir.

sábado, 6 de marzo de 2010

Diario de una marciana

 

En misión especial intergaláctica. Mi cometido es investigar este planeta y enviar a mis superiores informes detallados con todo tipo de datos relevantes sobre el proceder de algunos de los habitantes de La Tierra, en concreto los humanos, con el fin de estudiar una posible invasión.

En la foto podéis ver el momento de mi llegada a La Tierra y mi transformación en humana. Apasionante.

Desde ese momento me he dedicado a observar a los humanos, estudiar sus conductas y recopilar información sobre ellos, que posteriormente envío a mi planeta. La táctica que empleo consiste en ofrecerles algo que demandan continuamente: alguien que les escuche. Ese alguien soy yo, lo cual parecen agradecer mucho porque durante nuestras conversaciones me suelen dar grandes cantidades de información, sobre todo de carácter íntimo y emocional, lo cual me viene de perlas para realizar mi cometido.

En ocasiones, para no levantar sospechas, suelo aparentar que yo también necesito que alguien me escuche, pero la mayoría de las veces los humanos no son receptivos a estas insinuaciones, por lo cual creo que aún no han llegado a sospechar de mi procedencia interestelar.

Me tiene algo intrigada el hecho de que, por más informes que envío, mis superiores aún no parecen tener suficientes datos para proceder a la invasión, de forma que mi misión se va alargando hasta límites imprevistos. O bien mis informes, a pesar de ser muy extensos, no contienen todos los datos necesarios, o bien, y yo me inclino más por esta última opción, mis congéneres se están pensando muy mucho invadir un planeta poblado por semejantes seres.

Mientras tanto, intento acostumbrarme a su forma de vida, a su manera de pensar, de actuar… pero debo reconocer que me cuesta mucho, lo cual tampoco parece importar demasiado a los humanos.

Una de las cosas que más me gustan de este planeta son los almendros. Los almendros pertenecen a una forma de vida que ellos llaman árboles, y sirven para indicar, en mitad del más crudo invierno, que ya falta poco para que llegue el buen tiempo. Cuando esto está a punto de suceder, los almendros se llenan de bolitas blancas, que, bajo la lluvia, te hacen pensar en el sol, y así, por medio de la telepatía colectiva, al pensar todo el mundo en el sol, se le convoca y éste aparece aproximadamente un mes después. Los humanos son muy poco hábiles en el terreno de la telepatía y no consiguen acelerar el proceso.

Hoy he visto un almendro en flor.

Continuará…

viernes, 12 de febrero de 2010

Presencias y ausencias




No deja de ser curioso comprobar cómo el “no ser” es mucho más poderoso que el “ser”.
Cuando estabas era muy fácil ubicarte en un punto concreto: al otro lado de un número (o, más frecuentemente, en “llamadas perdidas” jeje…),  entre cuatro paredes,  compartiendo conmigo una mesa, o volando hacia la isla de mis sueños…
Pero cuando no estás, de pronto se llena el universo de tu ausencia: en cada esquina por la que no aparecerás, en cada llamada que no recibiré, en cada clase a la que ya no asistirás, o en cada conversación que no dejaré para mañana ;-)
Por más que te imagines, que te cuenten, que leas… nadie te previene contra  la omnipresencia de las ausencias…
…debe ser eso que llaman “echar de menos”.

martes, 2 de febrero de 2010

Números


De pequeña me encantaba el cuatro... dos más dos, cuatro; dos por dos, cuatro, ¡es casi perfecto!

Si ibas más allá tenías el dieciseis: cuatro por cuatro... ¿se puede pedir más?, pero, aun así, el cuatro era mejor, el cuatro era genial...

Hasta hace poco...

Seguro que en algún momento me volveré a reconciliar con el cuatro, pero ahora no: ahora he descubierto que el cuatro es un número de mierda...

...he descubierto que me gustaba más el cinco...

jueves, 28 de enero de 2010

Mi padre



Mi padre era un tipo excepcional. Por muchos motivos.
Yo he ido aprendiendo esta lección poquito a poco a través de los años (menos de los que hubiera querido), y hoy ha venido mucha gente a recordármelo, para que no se me olvide. 
Mucha gente. 
Para que no se me olvide.
Él me enseñó a elegir la risa, a esperar manos abiertas, a fabricar síes.
Me regaló un mundo en el que a veces de las penas brotan alegrías.
Me regaló comprensión cuando ni siquiera yo me comprendía.
Me regaló la pasión por querer ver la parte más bonita de la vida.
Por eso, aunque hoy estoy triste, no me sale muy bien: a la vez estoy un poco alegre.
Porque no sé si habrá sido el mejor padre del mundo, pero sé que ninguno podríamos haber soñado uno mejor.
Porque te quiero. Y lo sabes. Y me gusta. Y lo sabes.
Y te quiero.

miércoles, 20 de enero de 2010

Ya basta por hoy


Con estas palabras doy por finalizada mi jornada cerebral. Cierro la ventana a mis preocupaciones. Dejo abierta una ranura para que entre aire fresco y echo a volar.

Mozart me ayuda.

Esta vez las lágrimas salen solas, no hace falta disimular, nadie me ve, nadie me mira, me dejo llevar.

No estoy triste, no estoy alegre. Me atrevería a afirmar que ni siquiera estoy.

Vuelo por entre las sombras, me instalo en mis pensamientos, se desvanece el mundo, me vuelvo nube y echo a llorar en un cielo azul, transparente de emociones, eterno y leve.

La música me habla de mundos perdidos, de viajes lejanos, de abismos, de futuro, de paz… me envuelve, me hipnotiza, me deshago, vuelo alto, dejo de pensar.

Pasan horas, días, semanas. Un instante más cerca de hoy que de ayer me llama y me dice “ven, sígueme…”

Y encuentro abismos de ternura, que no sé lo que son, pero saben a gloria entre tanta tempestad.

Y encuentro amaneceres de días que no serán, anocheceres que no tendrían que haber sido, mañanas que no llegarán, ilusiones que se van.

Y encuentro días perdidos en un rincón, tardes de ilusión, veranos al sol…

Y encuentro llaves que abren todos los corazones menos el tuyo, puertas que cierran todos los hogares menos el mío, lámparas que iluminan la tempestad.

Y me veo por dentro, y me da miedo, y no quiero mirar.

Y confundo el amor y el deseo. Y te quiero.

Y puede que no sepa lo que quiero, pero sé lo que no quiero.

Y no quiero dejarme de ilusionar.